Los cuatro rasgos del empresario próspero

Las cuatro lecciones que aprendí de mi abuela empresaria.

Oriol López Villena consultorOriol López Villena es el Proactivista, asesor de directivos y empresarios y uno de los asesores más inspiradores del Mundo según el libro “The World’s Most Inspiring Accountants”.

Mi abuela murió hace unos días con 95 años. Afortunadamente, no sufría ninguna enfermedad grave y sufrió poco. Le había llegado la hora y, aunque nos ha invadido la tristeza de no tenerla entre nosotros a partir de ahora, no puedo sino enfatizar el hecho de que ha vivido una larga y próspera vida, y que ha dejado un legado que nos sobrepasa.

La recuerdo en la tienda de puericultura que tenía en la calle Freser de Barcelona. Una tienda que siempre quiso mejor, pero que era un referente en el barrio y alrededores. Pasaba allí muchas tardes, trepando sobre los colchones y yendo a montar cunas con mi abuelo para ganarme una propina. De ella aprendí que la vida empresarial no son sólo grandes ideas, sino también la unión de cuatro rasgos que aceleran todo lo que haces.

  • Coraje. En «Grit», Angela Ducksworth dice que la clave del coraje es la unión entre interés, práctica, propósito y esperanza. Mi abuela los combinaba todos, tanto en su tienda como en casa. Ponía la pasión y la dedicación necesarias, porque pensaba en algo grande que ella misma (su familia).
  • Agilidad. Mis hijos recuerdan la historia de ella trepando de pequeña hasta la torre más alta del Hospital de Sant Pau con unas amigas. Era ágil, también de muy mayor, cuando salía a caminar por Barcelona y mi abuelo no la podía seguir. De hecho, tenía la agilidad propia de una persona que siempre está un poco incómoda, pero no sería capaz de quedarse paralizada por miedo a perderse algo.
  • Calma. El coraje y la agilidad, sin embargo, no los manifestaba con grandes gestos, sino a través de una calma que la hacía acogedora cuando nos arropaba con fuerza en la cama. Como la de aquellos deportistas que parece que no hagan ningún esfuerzo cuando están batiendo a los rivales. La calma propia de las decisiones reposadas y la fluidez en la acción.

Tozudamente alzada (y presente)

experiencia de empresariosTodos los recuerdos que tengo de mi abuela se concentran en una mirada. Una mirada que nunca dejó de hacer y que te hacía sentir importante cuando hablabas con ella. Mi abuela combinó la agilidad, el coraje y la calma como nunca he visto hacer a nadie. Era terca en lo que creía, pero no sólo esto.

Te miraba a los ojos y no dejaba de estar por ti en ninguno de los momentos que pasabas con ella. Lo hacía sin estarte demasiado encima, pero transmitiendo poder. Dejando que te movieras libremente, pero sin perderse ninguno de tus movimientos, no para juzgarlos, sino para entenderlos. Te dejaba cometer errores, y estaba bastante presente como para dejar que tú mismo los descubrieses. Me regañó muchas veces, e imponía cuando estaba enfadada, pero siempre la sentí a mi lado y no delante mío. Si hubiera sido tenis, habría dicho que jugábamos un dobles como pareja, y no un individual como rival.

El coraje, la calma y la agilidad son tres rasgos que cualquier empresa debería fomentar si quiere crecer; pero no sirven de nada si no añadimos la presencia que todo empresario debe tener en su negocio. Aquella presencia que impone mientras tranquiliza.

Disfruta del juego, y no sólo del resultado

El día que murió, vimos una película con mis hijos, y Blanca y yo salimos a pasear después. Fue un día duro, pero seguimos estando aquí y tenemos dos hijos fantásticos que tuvieron la suerte de conocer su bisabuela. A menudo, cuando se enfadan después de perder un partido, les digo a mis hijos que el deporte se disfruta antes, durante y después de practicarlo. El resultado de ayer no fue bueno, pero el partido de mi abuela ha sido de aquellos que hacen historia. ¡Gracias por enseñarme a disfrutarlo, yaya!

Artículo publicado en el blog de Oriol López Villena y reproducido con permiso expreso de su autor.

Artículos relacionados