La autodisciplina (2ª parte)

Pepe Cabello, coaching deportivo, formaciónPepe Cabello es empresario de vocación, formado en habilidades comerciales e interesado por la Inteligencia Emocional y la PNL, fundó Diamond Building, compañía que dirige y en la que ejerce como coach.

Este artículo es la continuación de esta primera parte.

Cuando me dicen que somos un país de “listillos”, siempre recuerdo con cierta gracia y lástima que, cuando nos obligaron a tener el carnet de conducir por puntos, Francia nos llevaba años de ventaja en ello. Sin embargo, en menos de dos meses teníamos un mercado de venta de puntos que daba vértigo… A ningún vecino del país limítrofe se le había ocurrido tal oportunidad de negocio.

Verdaderamente somos listos; la Historia así lo delata. Pero ¿somos disciplinados? Yo diría que, en líneas generales, no. No lo digo en plan despectivo; realmente tenemos características que nos sitúan por delante del resto de países.

Se nos da bien improvisar

Por ejemplo, cuando a un vecino alemán se le rompe el programa que tenía establecido de sus tiempos, sinceramente les cuesta la misma vida reaccionar, se bloquea. Cualquiera de nosotros somos capaces de resolver un problema en el menor tiempo previsto… Se nos da bien eso de improvisar.

Realmente es un “reframing”, porque el espíritu de esta competencia es que no somos capaces de cumplir un sistema, o un horario o un método… Pero eso nos convierte en excelentes improvisadores.

Cuando quieres provocar una reunión con un sueco o danés, ellos miran su agenda y te dicen: «podemos vernos dentro de quince días a las cuatro de la tarde y tengo para ti una hora». El español dice simplemente: «¿Cuándo te va mejor? ¿Esta tarde? Sin problema…». Y se compromete a hacer algo que, o bien no lo hace, o deja sin hacer otra cosas.

Uno de los eternos problemas de la gestión del tiempo

Y es que nos hemos acostumbrado a resolver las cosas según nos llegan. Éste es uno de los eternos problemas de la gestión del tiempo.

La disciplina es un valor importante que está sostenido sobre tres principios básicos. Tengo que recordar que entre valores, principios y hábitos hay una diferencia sustancial que ni los mismos formadores que veo hablar de ello saben explicar con nitidez. Un valor es sólo una intención, una creencia a la que le hemos otorgado una prioridad especial.

Los principios simplemente son las puestas en acción de esos valores y, cuando esos principios los incorporas a tu vida y a tu manera de ser (ya no de hacer), se convierten en hábitos.

Prescindir de cosas que ya no sirven

Pues bien, la disciplina se apoya en la limpieza, la organización y la puntualidad. Limpiar no me refiero sólo a algo higiénico, que bien habría que recordárselo a muchas personas también. Me refiero a tirar cosas que ya no sirven, a vaciar armarios de ropa que no te pones, a deshacerte de libros que no lees o ya has leído, a no dejar los platos para luego o a recoger del suelo lo que se te ha caído… Evidentemente abarca cientos de detalles.

cifras comercio electrónicoEs importante saber que deshacerse de cosas es un principio que educa la disciplina. Un versus de la disciplina es el deseo de poseer. Deshacerse de cosas es entrenar al ego a no desear tener por tener. Dejar espacio en los cajones es importante para vivir una vida disciplinada. Buscar entre cosas inútiles hace perder el tiempo. El exterior de la persona siempre será un fiel reflejo del interior de su cabeza. Un entorno sucio y abarrotado de enseres absurdos muestra una mente igual… llena de absurdidades y sucia. Limpiar los pensamientos es un primer paso para entrenar la disciplina.

Como consecuencia de limpiar viene organizar; es decir “poner en orden”, priorizar y darle a cada cosa su lugar y su importancia. Esto es brutal en cuanto a cosas y a tiempo.

El desorden exterior muestra la desorganización interior de la persona

Una vez más, el exterior sólo es un reflejo fidedigno de la estructura cognitiva del individuo. El desorden exterior muestra la desorganización interior de la persona. Es fácil encontrar como excusa la de “en medio de tal caos, yo me entiendo”; o “es un desorden organizado”… Tonterías que sólo muestran una cabeza sin orden y sin prioridades claras.

Evidentemente, sin limpieza y sin orden es casi misión imposible que una persona sea fiel a las promesas de llegar a las horas que dijo; es decir, que prometió. Eso la convierte en impuntual. Eso sí: la imaginación y la capacidad de improvisar excusas es espectacular. Siempre hay una explicación para mostrar que no pudo hacer nada por llegar a tiempo.

Limpia tu alrededor

La manera de trabajar los valores es a través de los principios; es decir, de las acciones específicas que podemos poner en práctica para que ese valor que dices tener o que anhelas poseer pueda integrarse en tu manera de ser. Por eso es importante comenzar por el inicio: limpia tu alrededor: armarios, mesa de trabajo, cajones, ropa, coche, incluso relaciones que estorban… todo. Luego organiza y prioriza. Dale a cada cosa su espacio y su lugar. Es imprescindible que, cuando decidas el lugar de una cosa, respetes ese lugar. No hacerlo es volver a romper tus propias promesas y el caos volverá a poseerte.

Esto comenzará a entrenar tu “dominio propio” y te ayudará a ser mas puntual. En consecuencia comenzarás a respetar más y otro valor estará en acción en ese momento. Ya que hablé de niños al principio, decirte que lo mejor que puedes hacer por tus hijos es inscribirlos en alguna actividad que desarrolle su disciplina: deporte, música, teatro, ballet… si desde pequeño incorpora este valor, su futuro estará garantizado. Si no, simplemente dejas en manos de la suerte sus resultados. Sin disciplina no hay éxito duradero en nada.

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