La primera heptalolímpica en los Juegos de invierno

El 22 de enero, en plenos Juegos Olímpicos de invierno de Pyeongchang 2018, esta incombustible deportista alemana cumplió 46 años. Si ya es un hecho destacable el competir en unos Juegos con esta edad, y más en un deporte tan exigente físicamente como el patinaje de velocidad, la alemana Claudia Pechstein fue una de las imágenes de dicha cita, ya que se ha convertido en la primera deportista que habrá participado en siete ediciones de los Juegos blancos, dejando atrás el club de las que participaron en seis y en el que figuraba junto a la finlandesa Marjalisa Kiversniemi (esquí de fondo), la italiana Gerda Weisseistein (luge/bobs), la popular Ane Abernathy, de Islas Vírgenes (luge) y cuya historia figura en el blog del Marcador y la lituana Ana Orlova (luge).

La gran dominadora durante dos décadas

Con tan solo 19 años, Claudia debutó en los Juegos de Albertville’92 donde logró además su primera medalla olímpica. En sus hasta ahora seis participaciones, Pechstein acumuló nueve medallas, cinco de ellas de oro, destacando el doblete que obtuvo en Salt Lake City 2002 al ganar los 3.000 y los 5.000 metros. Puede decirse que durante casi dos décadas (1996/2015) fue la gran dominadora de estas dos distancias. Además de sus siete participaciones y nueve medallas olímpicas, ha disputado 17 Campeonatos del Mundo, logrando 6 títulos y 35 pódiums y ha sumado otras catorce medallas en campeonatos continentales entre los que se cuentan tres títulos europeos.

Un largo proceso todavía pendiente de solución

Aunque, de hecho, los de Pyeongchang 2018 podrían ser sus octavos juegos de no haber sucedido su forzada ausencia de Vancouver 2010 a consecuencia de una polémica sanción por presunto dopaje. En 2009 el carnet biológico de Claudia registró niveles superiores a los permitidos en su sangre y la ISU (International Skating Union) la suspendió por dos años. En aquel momento comenzó un largo proceso todavía pendiente de una solución final. La patinadora alegó que las anomalías se debían a un rasgo hereditario de su padre. Sin embargo, pese a recurrir al TAS, la sanción no fue revocada pese a no haberse detectado en ningún análisis sustancia prohibida alguna. Agotó todas las vías para competir en Vancouver 2010, llegando incluso hasta el tribunal ad hoc del TAS en los mismos Juegos;  pero resultó inútil. Cumplida la sanción volvió a la competición con mucha fuerza, logrando dos bronces en el Mundial; al mismo tiempo que, en 2010, con nuevas pruebas sobre su anomalía sanguínea genética(1), inició en los tribunales alemanes un proceso por daños y prejuicios contra la ISU a la que por este concepto demanda 4,4 millones de euros.  Tras varias instancias judiciales, su demanda fue rechazada por el tribunal Federal de Justicia. Como último paso ha puesto el caso en manos del Tribunal Constitucional Alemán. Pocos deportistas han defendido con tanta insistencia y convencimiento su inocencia en un caso realmente complejo.

(1) Informe que confirma que su sangre contiene un rasgo hereditario en una forma leve de anemia.

Juan Manuel Surroca, periodista experto en Juegos OlímpicosJuan Manuel Surroca, periodista experto en deportes y en olimpismo.
Los artículos de esta sección son reproducciones de su blog, que puede consultarse en el sitio
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