Los continuadores

Jordi Tarragona, coach en empresa familiarJordi Tarragona es consejero de familias empresarias y abogado; profesor de Empresa Familiar en ADE Universitat Central de Catalunya y coautor del libro “Los Aristegui: una familia, una empresa”, publicado por Profit Editorial.

‘Saben aquell que diu’ que un padre dijo con preocupación: «No sé qué hacer con mi hijo. No sé si dejarle la explotación agraria. El otro día le dije que arrancase el tractor, y me contesto: ‘padre, ¿dónde lo has plantado?'».

El número, edades, intereses, actitudes y capacidades de los continuadores son factores clave para planificar el relevo. Si bien los padres somos responsables de la formación de los hijos en todos los aspectos, y entre ellos el interés por la empresa familiar, son los hijos los que tienen que demostrar que se merecen la oportunidad de propiedad o trabajo en la empresa familiar. Lo único a lo que legalmente tienen derecho (si no incurren en causas de desheredación) es a la legitima.

Muchos padres pueden dar por hecho que los hijos querrán seguir con la empresa familiar

La incorporación de la siguiente generación en la gestión del negocio es uno de los temas más críticos en una empresa familiar. Muchos padres pueden dar por hecho que los hijos querrán seguir con la empresa familiar. ¿Hasta qué punto dejar libertad absoluta?, ¿hasta a qué punto dirigir? Hay que ayudar a descubrir todo lo positivo (económico y no) que supone la empresa familiar, evitando chantajes del tipo «lo hago por ti, un día todo esto será tuyo».

A veces el progenitor no considera la posibilidad de que la descendencia no siga el negocio que él ha levantado o hecho crecer con tanto esfuerzo. Cree que ellos tienen una oportunidad que muy pocos tienen y los presionan de forma continuaPero los continuadores a lo mejor no lo ven de la misma forma. Puede haber continuadores con miedo a hacer frente a un mundo exterior u otros con miedo a coger la responsabilidad de hacerse cargo de la empresa familiar.

Interés por lo heredado

Por un lado, está claro que no se puede amar lo que no se conoce. Hay que evitar el desinterés por lo que un día a lo mejor heredarán. Hay que dar información y responsabilidad a los futuros propietarios. Por otro lado, si lo que siempre se ve es un progenitor siempre preocupado, estresado y ocupado, quizá se decanta por no ser empresario. Conviene transmitir que la empresa no es sólo trabajo y problemas; sino también diversión y retos. En todo caso lo que es recomendable es respetar la voluntad del continuador y en caso de incorporación, procurar que haya una formación adecuada y una experiencia previa externa.

Hay que recordar que con el ADN no va incluida de forma garantizada la herencia de la capacidad ni de la voluntad empresarial. Y que el amor es ciego, por lo que puede dificultar la objetividad en la valoración de las capacidades.

Artículo publicado en Expansión y reproducido con permiso expreso de su autor.

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