Para alcanzar el futuro hay que fracasar en el pasado

Hace 74 años, en mayo de 1950, los grandes almacenes canadienses AJ Freiman anunciaron que iban a crear una nueva forma de compra que cambiaría las formas de consumo. Era la visión de “pulsar un botón”. Abrirían una tienda para pulsar botones en Pembroke, Canadá. Se llamaría Vis-O-Matic.

Adiós a las tiendas con inventario. Hola a las tiendas con pantallas

Ese era el futuro: tiendas construidas con televisores en lugar de inventario. Los clientes se sentarían frente a la pantalla de un televisor, donde irían pasando diapositivas, pulsarían un botón en el producto que les gustase, darían sus datos y se irían. Luego, la tienda enviaría los pedidos directamente a los hogares de los consumidores.

La revista LIFE se hizo eco de esto. Y Smithsonian magazine.

Según el Smithsonian, Lawrence Freiman, director de la firma, supuestamente se le ocurrió la idea en 1945: llenarían las poblaciones más remotas y pequeñas de Canadá, de estas tiendas pequeñas y visuales, donde los compradores podían ver lo último y lo mejor, y elegir el inventario que realmente deseaban. El resto podría quedarse en Ottawa, donde se encuentran los grandes almacenes. En total, 3.750 productos fueron digitalizados y disponibles para su envío. “Los productos se entregan al día siguiente por correo o expreso”, según la publicidad oficial del programa de AJ Freiman.

La ropa de mujer, especialmente vestidos, ropa deportiva y zapatos, fue la más vendida en las pantallas Vis-O-Matic, seguida de cerca por la ropa de los niños.

Generó mucho entusiasmo pero fue un fracaso

Al principio, Vis-O-Matic generó mucho entusiasmo, pero fue un fracaso. El problema fue el envío: la promesa de llevar los productos pedidos en un día a la casa de un cliente era muy costosa de mantener. Y era lo único que realmente les diferenciaba de las tradicionales ventas por catálogos, que en muchos casos se demoraban semanas en entregar. El costo de enviar pedidos individuales a regiones remotas tan rápido era muy alto en comparación con las ganancias.

Por la poca documentación que hay publicada, el asunto duró poco. Fracasó. Y quedó en el olvido. Tanto que apenas hay fotos de esa tiendas, salvo las publicadas en su tiempo por la revista LIFE rescatadas por Smithsonian.

45 años después, llaman a la puerta de John Wainwright, en Sunnyvale, Califonia. Es el 3 de abril, de 1995, le traen un libro llamado:“Fluid Concepts And Creative Analogies: Computer Models Of The Fundamental Mechanisms Of Thought” de Douglas Hofstadter. Se lo envía una empresa llamada Amazon. Jeffrey Preston Jorgensen, conocido como Jeff Bezos, se ha encargado personalmente de enviar el libro.

En ese momento empieza la historia.

Artículo publicado en Retail News Trends y replicado con el permiso de su autor.

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