Reglas escleróticas

Pepe Cabello, coaching deportivo, formaciónPepe Cabello es empresario de vocación, formado en habilidades comerciales e interesado por la Inteligencia Emocional y la PNL, fundó Diamond Building, compañía que dirige y en la que ejerce como coach.

Las personas estamos sometidas todos los días a cientos de estímulos a los que les ponemos automáticamente significados. Por ejemplo, nos pasan cosas a las que llamamos maravillosas; a otras, problema. Unas son buenas y otras, malas; algunas las catalogamos de horrendas y otras, de injustas. En fin: les damos significados en base a nuestro sistema de creencias, algunas de ellas muy globales y otras muy personales. Es decir, que hay creencias muy generalizadas que nos hacen definir una situación.

Respecto a las creencias personales me quiero detener en esas que determinan las reglas por las cuales se debe vivir la vida. Reglas duras o no tan duras, y me refiero a todas esas cosas que tú declaras que son cómo tú dices que tienen que ser. A veces es referente a los horarios, otras veces son acerca de nuestras cosas y otras hacen referencia a las maneras de comunicarse. Así podríamos ir viendo áreas de nuestra vida que están repletas de reglas de juego que nos gobiernan.

Tendemos a enfadarnos cuando alguien rompe nuestras reglas

coaching deportivo, Pepe Cabello, formaciónSuele ocurrir que, de vez en cuando, alguna persona rompe esas reglas tuyas y lo normal es que nos parezca mal que lo haya hecho, por lo que tendemos a enfadarnos como respuesta natural. Cuando las personas nos enfadamos es simplemente porque alguien ha roto “nuestras reglas de juego”.

Cuando trabajo con personas que se enfadan mucho siempre les pregunto acerca de sus reglas y les pido que las revisemos. Quizá esta sea una buena manera de comenzar a trabajar con sus enfados. Revisar las reglas que hemos puesto nosotros mismos para vivir es la clave para darse cuenta de la cantidad de ellas que suponen un martirio; porque no nos llevan a ningún lugar ni nos ofrecen algo valioso a nuestra vida, pero están ahí y si alguien las rompe nos vamos a enfadar. Muchas personas luchan contra el enfado y lo reprimen; o simplemente tratan de no mostrarlo. De esta manera este enfado se convierte en tóxico, porque al no ser expresado se gestiona de manera errónea. Eso que algunos plasman diciendo: «Me lo quedo por dentro».

Yo les llamo “reglas escleróticas”, por su rigidez. La esclerosis es una enfermedad que siempre está asociada a otra; no es una enfermedad autónoma. De igual manera, cuando tenemos reglas rígidas y duras, por pequeñas que sean, éstas terminan afectando a nuestras respuestas emocionales y nos enfadamos. De nuestro enfado se producen acciones específicas, acciones impregnadas de la emoción que estamos experimentando. Es decir, enfado y, ¡cómo no!, producimos resultados.

Evidentemente, los resultados obtenidos a partir de un enfado no son demasiado halagüeños.

Hay que revisar las reglas de nuestra vida y detectar cuáles nos convierten en seres enfadados

Es muy interesante revisar las reglas que gobiernan nuestra vida y darse cuenta de cuáles nos están convirtiendo en seres enfadados y rígidos. Cualquier esclerosis tiene consecuencias y la mayoría de ellas, malas. A veces queremos trabajar con los síntomas en lugar de con el origen. De igual manera, las personas queremos trabajar sobre los enfados, cuando éstos sólo son la consecuencia directa de una esclerosis, la de tus reglas de juego. Bajar el listón de las reglas o eliminar algunas de ellas va a hacer que nos enfademos mucho menos y seamos un poco más felices.

Nos hemos impuesto demasiadas reglas, algunas absurdas e inflexibles

Por otro lado, la alegría viene de interpretar que los demás están cumpliendo nuestra reglas de juego, por lo que si hay pocas y no muy rígidas será más fácil cumplirlas y tendremos momentos de más alegría. Esto me lleva a concluir que nos han impuesto y nos hemos autoimpuesto demasiadas reglas y algunas de ellas absurdas e inflexibles. El miedo a saltarlas o romperlas nos lleva a mantenerlas ahí, como las cuerdas que amarran a los animales y provocan que ya ni intenten moverse.

Romper tus propias reglas es, en la mayoría de los casos, atreverse a salir de tu zona de confort y darte cuenta de que hay vida detrás de las líneas prohibidas. De hecho, hay más vida tras esa línea misteriosa de los límites o reglas autoimpuestas. Te invito a revisar todas las reglas que gobiernan tu vida y que te atrevas a romper, cambiar o adaptar todas las que, cuando se rompen, terminan enfadándote. Al fin y al cabo, no hemos venido a la vida a cumplir normas rígidas, sino a ser felices.

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