Los morosos profesionales son como vampiros

Pere Brachfield es morosólogoPere Brachfield es morosólogo, consultor especializado en la gestión integral del riesgo de crédito comercial, en la mejora de los procesos de cobro y en la recuperación de impagos, profesor de EAE Business School y autor de numerosos libros sobre morosidad y riesgos de crédito.

Fuera de toda duda, la Península Ibérica es una reserva natural para una fauna de morosos recalcitrantes que campa a sus anchas y medra a costa de los incautos acreedores, que se ven impotentes para recuperar sus créditos. A través de un largo período de evolución, la Península se ha convertido en un ecosistema ideal donde viven en perfectas condiciones una comunidad de morosos magníficamente adaptados al medio y que se nutren de las especies productoras. La interrelación del moroso con su hábitat produce importantes daños al resto de la sociedad. El moroso de profesión ha triunfado, escapando del esfuerzo, del trabajo y del riesgo que tienen que afrontar los demás agentes productivos.

Estos deudores se han convertido en auténticos parásitos sociales 

los morosos profesionales son como vampirosYo comparo a los morosos profesionales con los vampiros. Estos deudores se han convertido en auténticos parásitos sociales que se nutren de los fluidos hurtados a sus huéspedes. Estos morosos actúan como auténticos «Nosferatus» económicos, ya que vampirizan de tal modo a sus víctimas, que aparte de chuparles el dinero (metafóricamente hablando), los convierten a su vez en vampiros financieros –lo mismo que hace Drácula con las víctimas a las que asesta su mordedura fatídica–, de modo que las víctimas vampirizadas deben hacer presa en sus propios acreedores para poder sobrevivir.

En la actualidad, España es un paraíso para los morosos impenitentes; la piel de toro ha sido propicia para los malos pagadores, pero en la actualidad es su edén; y no creo que la situación vaya a cambiar.

Unos poderes públicos demasiado tolerantes con los morosos

Mi hipótesis es que existen tres condicionantes principales para propiciar la morosidad intencional: En primer lugar, existe un marco legal ‘in favor debitoris’ (latinajo que viene a decir que las leyes y la Justicia deben favorecer más al moroso que al acreedor) y unos poderes públicos demasiado tolerantes con los morosos.

Por tanto, tradicionalmente la Justicia se ha inclinado más a favor de los deudores –considerados la parte más débil y a la que había que proteger– que del acreedor (muchas veces contemplado como el villano de la película). Hay que hacer notar que los orígenes de esta tradición de interpretar las leyes a favor del deudor se remontan al Derecho romano.

En España existe el oficio de «moroso profesional»

morosidadEn segundo lugar, tenemos el comportamiento de un determinado tipo de individuos que a la hora de pagar sus deudas dejan mucho que desear; existe una legión de mendas que padecen una disfunción a la hora de rascarse la faltriquera. Estos aprovechados han hecho de la morosidad una ocupación muy lucrativa, porque en España existe el oficio de «moroso profesional». A lo largo de mi carrera profesional he tratado con personajes con una dureza facial que superaba con creces a la del diamante; tal vez me hubieran dado el premio Nobel de Física, si hubiera conseguido una muestra del tejido de la cara de uno de esos sujetos.

Y, en tercer lugar, la sociedad española es excesivamente permisiva con los morosos: ha hecho la vista gorda ante sus desmanes e incluso les ha brindado siempre un cierto amparo. En España trae cuenta ser mal pagador. Los españoles son un pueblo intransigente para ciertos comportamientos sociales, pero conformista frente a la morosidad. Para un moroso contumaz la vida es placentera.

En inglés, a los morosos profesionales se les llama ‘delinquents’

En cambio, en los países anglosajones la morosidad intencional está muy mal considerada por la sociedad y a los morosos se les contempla como sujetos marginales. En apoyo a esta afirmación, recordemos que en inglés a los morosos profesionales se les llama ‘delinquents’; la etimología de la palabra viene directamente de la voz latina ‘delinquens’ («que comete delito»). Además, a la morosidad en inglés se la denomina ‘payment delinquency’, lo que en román paladino quiere decir «delincuencia en los pagos»; o sea  que en la lengua de Shakespeare a los morosos ya se les criminaliza con su propia denominación.

Y ¿cuál es el país en el que la situación es totalmente opuesta a la española? Es decir, ¿qué sociedad en nuestro planeta es la menos tolerante con los morosos? La respuesta es: Japón. En el País del Sol Naciente, el hecho de no atender los pagos es una vergüenza tan grande que el moroso hará lo que sea para pagar sus deudas. Y si no puede, se hace el harakiri para no afrontar el deshonor.

Este artículo constituye el epílogo del Álbum «Numerio Negídiez: de profesión, moroso», publicado por el propio Pere Brachfield en colaboración con Albert Pallarés. Su reproducción ha sido autorizada por el propio editor.

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