Dejando atrás lo que estorba

¿De qué palo estás colgado?

Pepe Cabello, coach especializado en psicología positiva, en venta y en deporte

Pepe Cabello es empresario de vocación, formado en habilidades comerciales e interesado por la Inteligencia Emocional y la PNL, fundó Diamond Building, compañía que dirige y en la que ejerce como coach.Recuerdo un día que apareció una chica en mi oficina para tratar de solucionar un estado emocional que le traía «por la calle de la amargura», decía ella.

Cuando le pregunté sobre el tema por el que venía a verme, comenzó a sollozar y, entre lagrimas, me dijo: «Es que hace dos años que me dejó mi novio y aún no lo he superado».

Yo mismo he sido capaz de mantener emociones así de crueles por años, no siendo consciente del daño que esto me estaba provocando a mí. Tal parece que es algo que no podemos controlar o gestionar. Muchas personas creen que esos estados emocionales llegan a tu vida como si de un virus se tratara, sin darnos cuenta de la realidad. Y ésta es que hacemos más de lo que imaginamos para llegar a ese estado.

El ser humano es el único ser vivo capaz de pagar dos veces la misma factura

¿Te has dado cuenta que el ser humano es el único ser vivo capaz de pagar dos veces la misma factura? ¿Qué quiero decir con esto? Bueno, que a veces hacemos o nos pasan cosas que no nos gustan, que las juzgamos como malas, incluso que nos hacen sentir culpables.

El simple hecho de dejarlas en nuestras cabezas y comenzar a “darles vueltas”, es decir, a recordarlas una y otra vez, hará que esa historia cobre cada vez más fuerza y se convierta en un asunto prioritario y repetitivo en nuestra mente.

Recordar procede etimológicamente de “recordis”, que significa “volver a pasar por el corazón”. ¡Impresionante! Cuando recordamos, volvemos a pasar por el corazón esa experiencia, y aquí se suma que nuestra mente no está diseñada para saber diferenciar si lo que está procesando lo está viviendo en tiempo real o lo está recordando; no sabe si lo está percibiendo a través de los sentidos o simplemente lo está “re-creando” de nuevo.

Re-crear… ¡woooaooo! Volver a crear y, por consiguiente, a re-vivir de nuevo toda la experiencia como si fuera nueva.

El asunto es que no es nueva, sino “re-cordada”; y cada vez que lo hacemos toma más fuerza. Es como repetir en la vida real una experiencia día tras día… Inevitablemente irá cobrando más poder y protagonismo.

Cuando es vivida de nuevo en nuestra imaginación esa experiencia desagradable, volveremos a re-vivir las emociones que nos causaron; y ahí es donde generamos un círculo vicioso del que cuesta trabajo salir.

Lo ideal sería ir dejando atrás aquello que nos estorba, que no nos deja avanzar. Para ello fuimos provistos de dos herramientas poderosísimas: la re-interpretación del acontecimiento y el perdón.

La re-interpretación o re-framing no es otra cosas que lo que tú y yo hacemos para “acomodarnos” a la nueva situación sin sufrir.

Todos conocemos algún caso de ruptura de relación amorosa. El ser humano puede pasar en unos meses de «es una gran desgracia, es lo peor que me podría pasar» a un «es lo mejor que me ha pasado en la vida; de hecho, si lo sé, lo hago antes».

Si te das cuenta, lo único que cambia es la interpretación de hecho… Pero sucede algo maravilloso: al cambiar la historia, cambia el estado; y esto cambia todo… ¡Es brutal!

Por otro lado, el perdón es otra de las herramientas poderosísimas para sanar el pasado. El perdón, a pesar de haber leído a otros autores decir lo contrario, no es una emoción. El perdón es un acto de raciocinio; es un proceso lógico por el cual llegas a la conclusión que es mejor “soltar del cuello al otro” (como dice Jorge Bucay) y dejarlo ir. El perdón libera porque desata y rompe el círculo vicioso que nos mantiene amarrados al rencor, al odio y a la culpa.

Perdonar: “recordar sin que te duela”

Hay quien dice «yo perdono, pero no olvido». Obvio: no podemos hacer una lobotomía por cada acto de perdón… Nos quedaríamos sin cerebro.

Perdonar es simplemente “recordar sin que te duela”. Es decir, volver a pasar por el corazón sin tener que pagar de nuevo la factura de la emoción que me producía ese acontecimiento.

Tampoco hay que esperar a “sentirlo” para perdonar, porque igual no llega nunca y la única persona perjudicada eres tú. No es sentirlo para hacerlo, es hacerlo para sentirlo. Y ese “hacerlo” es “decirlo”. El lenguaje es acción y, en lo referente al perdón, el acto, la acción que toca hacer para experimentar el perdón, es hablarlo, decirlo… No es necesario decirlo al otro, es un tema personal contigo mismo.

Por supuesto esto no quita que haya perdones que hay que hablarlos con otras personas para que su eficacia sea radical. La re-interpretación y el perdón nos fueron otorgados para dejar atrás las cosas que nos estorban y de esta manera seguir creciendo y evolucionando.

Revisa de qué “palo te quedaste colgado”. Y te invito a que le des una vueltecilla a la interpretación que le estas dando. Puedes elegir la historia que desees. Quizá no tengamos poder sobre lo que pasó. Pero si lo tenemos sobre la historia que te estás contando.

Si, además, te das cuenta que algo estorba, quizá toque usar el perdón como herramienta de gestión emocional y dar un paso mas hacia la libertad personal.

Artículos relacionados