Fernando Salom es especialista en Medicina del Deporte en el Gabinete de Medicina Deportiva del Consell de Menorca.
Gabriel Mercadal es doctor en Farmacia Hospitalaria del Hospital Mateu Orfila y profesor de Bioquímica de la Universitat de les Illes Balears.
La medicalización de nuestra sociedad, es un problema creciente al que debemos poner hilo a la aguja.
Empezando por el sobrediagnóstico de determinadas patologías, especialmente en el área neuropsiquiátrica, o asociadas incluso al género.
Todo ello va asociado en la mayoría de casos a la prescripción de medicamentos de escasa utilidad terapéutica y pobres resultados tanto de eficacia como de seguridad, lo cual conlleva un gasto sanitario absolutamente innecesario e ineficiente.
Corremos el riesgo de entrar en la denominada cascada terapéutica
Por otro lado, siempre debemos balancear bien el ratio beneficio/riesgo cuando se indica un medicamento a un paciente concreto. Si no, corremos el riesgo de entrar en la denominada cascada terapéutica, que implica ir añadiendo un medicamento detrás de otro, que pasa a intentar cubrir los efectos secundarios e interacciones que se producen cuando un paciente pasa a estar polimedicado.
La gran pregunta que debemos hacernos siempre es ¿podría recomendar a este paciente una intervención no farmacológica para mejora el problema que me está planteando?
Estaremos evitando en algún caso que pase a tomar antiinflamatorios de forma crónica
Por ejemplo, si un paciente con problemas articulares asociados al sobrepeso, en lugar de prescribirle un antiinflamatorio o una infiltración intraarticular, le planteamos e instruimos para que que pierda peso, haga ejercicio adaptado a su condición física…A buen seguro que con ello, estaremos evitando en algún caso que pase a tomar antiinflamatorios de forma crónica, pueda tener eventualmente una hemorragia gastrointestinal que le lleve a urgencias, tenga que ser sometido a una endoscopia , un ingreso hospitalario… con el ingente gasto sanitario asociado, y la alteración de la calidad de vida del paciente y por extensión sus familiares.
Los medicamentos son una herramienta terapéutica fundamental para tratar multitud de enfermedades, pero no olvidemos que tienen un potencial lesivo en forma de efectos secundarios, que pueden llegar a ser graves. No en vano, los efectos secundarios por medicamentos son la tercera causa de mortalidad tras las enfermedades oncológicas y cardiovasculares.
Adopción de hábitos de vida saludables
Sin lugar a dudas, debemos en primer lugar empoderar a la población, siendo convincentes en cuanto al “potencial” que cada persona tiene individualmente para mejorar su salud, por medio de la adopción de hábitos de vida saludables.
Este convencimiento debe ejercerse asociado a un procedimiento de toma de decisiones consensuadas o “ Sharing decisión making”, con el paciente como ya tiene protocolizado el National Health System( NHS) en Reino Unido.
Se trata de un cambio cultural en el ejercicio de la medicina, en el que debemos ver al paciente como persona, más allá de la enfermedad por la que lo visitamos.
En el momento en el que estamos, la polimedicación es un problema creciente en una población que envejece, y consecuentemente va acumulando gradualmente problemas de salud.
Desprescripción farmacológica
Por ello en la actualidad hay una corriente que apuesta por la desprescripción farmacológica, es decir , revisar toda la medicación que llevan los pacientes polimedicados, y con una visión global y de forma estructurada y protocolizada en base a evidencias científicas eliminar o ajustar toda la medicación que realmente perjudica más que ayuda, y sólo mantener aquellos medicamentos que sean necesarios.
Obviamente esto debe ir en sincronía con una estrategia de adopción de hábitos de vida saludables, en el que la actividad física pase a ser el “medicamento” estrella.
Bibliografía
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Artículo publicado en Menorca y reproducido con permiso expreso de sus autores.