Enrique de Mora es consultor estratégico y autor de «La nueva venta», publicado por Ediciones Urano.
¿Metaverso será la «nueva realidad»? En la primera parte de este artículo sentamos las bases de lo que es o puede ser el metaverso. Puede ser un gran avance social o puede convertirse en algo muy útil para algunos gigantes tecnológicos. En esta segunda y última parte, vamos a ver las implicaciones que se pueden vislumbrar en materia de negocios y de ventas en el metaverso.
¿Vender y comprar en el metaverso?
Uno de los principales objetivos del metaverso es que los usuarios sientan que están en un universo paralelo. Y que tenga muchas similitudes con nuestro mundo real. La actividad económica será esencial para lograrlo. Los usuarios podrán comprar y vender objetos y propiedades o, incluso, montar un negocio.
Para ello, lo lógico es que el metaverso disponga de una economía propia. Que debería estar ligada a la del mundo real, pero con sus propios mecanismos de generación de riqueza: el comercio electrónico y la compra -venta de bienes digitales, entre otros. Y parece razonable que se trasvasen también al metaverso muchas dinámicas del marketing digital que ha auspiciado Internet.
Por lo que voy entendiendo, el mundo virtual al que nos conduce el metaverso es algo así como juntar los videojuegos con la economía. Siempre que se habla de metaverso entran en juego tecnologías como criptomonedas, NFT, blockchain, tokens virtuales…
Algo más que un entretenimiento: ¡la fusión de espacios virtuales!
Eso sería la gran revolución. El metaverso va mucho más allá del mero entretenimiento al fusionar los espacios virtuales (propios de los videojuegos) con la ‘criptoeconomía’, tan en boga. Por si alguien no lo sabe, las criptomonedas son divisas digitales controladas mediante una tecnología ‘blockchain’ que, en principio, garantiza su control sin la necesidad de la intervención de ningún banco central.
Quizá el ejemplo más paradigmático de esta mezcla es Decentraland. Un espacio de realidad virtual en 3D que está adquiriendo gran popularidad. Fundado en 2017 por un emprendedor argentino, Esteban Ordano, esta plataforma está constituida por 90.601 parcelas de tierra que están empezando a venderse a precios descomunales para generar negocios a medio o largo plazo.
¿Qué negocios se podrán generar? No está claro todavía… Pero compañías como Tokens.com, una empresa cotizada que se dedica a los criptoactivos y al metaverso, ya se preparan para hacer allí negocios millonarios. En diciembre 2021, Metaverse Group, una filial de Tokens.com, compró en Decentraland terrenos baldíos, sin edificar, por más de 2 millones de euros. Son parcelas codiciadas que ofrecen a sus dueños una amplia gama de posibilidades: desde la apertura de tiendas virtuales hasta galerías de arte.
Gracias a la tecnología blockchain y a los NFT, que garantizan la identidad del propietario de la transacción, los terrenos digitales tienen un uso muy similar a los que podríamos adquirir en una ciudad real: inversión, disfrute personal o para el desarrollo de servicios y productos dentro de la plataforma.
Los terrenos adquiridos por la filial de Tokens.com se localizan en el «corazón» del distrito Fashion de Decentraland, o sea en la zona que este mundo virtual reserva a los negocios relacionados con la moda. Si se cumplen las predicciones de algunos entusiastas de los entornos virtuales, en pocos años los principales diseñadores de moda competirán por espacios de Decentraland para poder realizar sus desfiles y exhibir al mundo sus propuestas.
Y ahí entrará Tokens.com. La empresa podrá hacer con su parcela lo que quiera: construir sus propias instalaciones en mitad del distrito Fashion (por ejemplo, tiendas donde venda servicios y productos) o vender sus terrenos al mejor postor. Eso justificaría su inversión.
Invertir en espacios Metaverso
No sólo pueden invertir grandes compañías. Leí que un creador de contenido compró en 2020 una parcela en Decentraland por unos 400 dólares (algo más de 350 euros). Y ‘construyó’ en ella una pequeña galería de arte donde un artista mexicano ha podido vender ya una obra de arte por unos 1.000 dólares.
El metaverso está de moda. Y la moda está entrando en el metaverso. Grandes empresas del sector se están moviendo y posicionando con rapidez. Zara ha sido la última en sumarse a la moda virtual. Ha lanzado una colección con la marca surcoreana Ader Error que puede comprarse tanto en formato físico (en la web de Zara) como virtual, a través de la plataforma surcoreana Zepeto.
Inditex se suma así a la larga lista de compañías, la mayoría de lujo, que han tomado ya posiciones para capitalizar este nuevo mercado para el sector. Balenciaga es una de las pioneras. A finales de 2020, la firma presentó su colección otoño-invierno a través de avatares virtuales, y sus prendas están disponibles en videojuegos como Fortnite. A principios de diciembre, el consejero delegado de la compañía, Cédric Charbit, confirmó que la empresa está desarrollando un equipo dedicado a explorar las oportunidades comerciales y de marketing en este tipo de plataformas.
Algo muy reseñable es que Nike tiene desde septiembre pasado un responsable de metaverso: Eric Redmon, que ha liderado proyectos como Nikeland, un espacio de la marca en la plataforma Roblox. La moda, el ‘real state’ y el arte son tres sectores que ya se están moviendo en el metaverso. Otros como la sanidad y el comercio están explorando sus opciones. Hoy nadie sabe si el metaverso es el futuro tecnológico o el enésimo bluf, pero, por si acaso, empresas muy conocidas están haciéndose hueco en el universo virtual.
¿Uno o varios metaversos?
Entre las muchas preguntas que suscita el nuevo universo virtual, una trascendente es si habrá un único metaverso o serán muchos. ¿Habrá un par de plataformas generalistas atrayendo a todo el mundo o convivirán muchos entornos según necesidades? El tiempo dará la respuesta.
Todo apunta a que serán varios metaversos, controlados por los diferentes gigantes tecnológicos (Facebook, Microsoft, Google, etc). Eduardo Tornos vaticina que, probablemente, terminemos viendo algo parecido a lo que ocurre ahora con las redes sociales, es decir, una docena de inmensos mundos virtuales (Piensa en Meta, Roblox, Fornite, The SandBox, Decentraland, Minecraft…) poco conectados entre ellos.
Sea uno o varios metaversos, cuando la mayoría de los usuarios de a pie —habrá que buscar otra expresión menos pedestre y más virtual / digital— se animen a entrar en ese nuevo mundo es altamente probable que se encuentren en él con muchísimas marcas conocidas intentando venderles. Y, si hay varios metaversos, quizá podrán desplazarse con su avatar de un metaverso a otro, llevando consigo todos sus activos digitales —ya sean ropa, arte o dinero— y vender en un metaverso los activos comprados en otro.
Concluyendo, el metaverso —o los metaversos— está en boca de todos y, también, bajo la lupa. La mayor parte del camino está por construirse. Y sobrevuelan muchos interrogantes. ¿El metaverso será un lugar seguro, justo y democrático? Como en el mundo real, los excesos (y los delitos) podrán ocurrir. Como toda herramienta, puede ser utilizada bien o mal. Por tanto, será crítico regular de alguna manera este nuevo universo y gestionar las consideraciones éticas que ya se empiezan a plantear (filósofos: ¡os esperamos!).
Las grandes compañías que ya están apostando abiertamente por el metaverso deberán ir posicionándose al respecto.
¿El futuro ya está aquí?
Casi por definición, el futuro pasa por la innovación. Pero cuando es tan disruptiva y radical como la que llega de la mano del metaverso conviene acertar con la dosis de prudencia y de perspectiva al analizar las implicaciones. Innovación, sí. Pero tiento, también.
Vivimos tiempos híbridos, sin duda. La pandemia nos ha abocado definitivamente a transitar de forma natural entre lo presencial y lo digital. El mundo es cada vez más ‘figital’: se mueve entre lo físico y lo digital. Pero no sepultemos nuestra vida real en favor de la virtual. Lo presencial seguirá siempre presente, valga la redundancia.
Algunos fanáticos del metaverso, ya sea por convencimiento o por interés, casi nos quieren hacer creer que la única vida posible será la que se desarrolle en el metaverso. Ojo. Si acaso será una extensión de nuestro universo físico. No está de más recordar que el metaverso es virtual, no real.
Es posible que el metaverso pueda abarcar cualquier experiencia digital que sea persistente, inmersiva, tridimensional (3D) y virtual. Puede convertirse —como preconiza Zuckerberg— en un lugar para evadirse de la realidad, pero ni las experiencias sensoriales pueden reemplazar a las emociones reales ni los hologramas pueden sustituir a las relaciones humanas, ni los avatares pueden reemplazar a las personas.
Como dice Celestino Martínez, director de la consultora Actualiza Retail, “hay mucho ‘hype’ y muchas ganas de la industria, pero también muchas incógnitas”. Y hay un interés claro del mundo ‘cripto’ y sus allegados por atraer inversiones haciendo pensar que es un futuro inmediato.
De momento, el negocio es la expectativa
¿Se está creando una gigantesca burbuja de expectativas con metaverso o es una realidad inapelable, llegue con el ritmo que llegue?
De hecho, documentos internos de Meta revelados por Business Insider, señalan que la compañía no va a invertir en la tecnología que lleva aparejada el metaverso hasta 2023, y consideran que tardará una década en llegar.
Evidentemente, las empresas innovadoras siempre están en modo de prueba y aprendizaje. El mundo híbrido o ‘figital’ y el panorama cada vez más digital ofrecen posibilidades infinitas. El potencial del metaverso es evidente. Puede ser la gran vuelta de tuerca del uso de Internet: para conectarse, comunicarse y realizar transacciones. Parece que en este nuevo universo virtual podremos vivir la experiencia de conectarnos, jugar, trabajar o comprar (artículos reales o virtuales, dependiendo de si aspiramos sólo a entretenernos o a algo más).
Quedarse al margen de ese universo latente probablemente no sea una opción para las empresas que aspiran a dominar el mercado del futuro. No se pueden desdeñar las posibilidades de negocio que el metaverso brinda a las marcas más innovadoras y atrevidas, desde vender activos digitales (NFT) hasta ofrecer servicios como la atención posventa.
Ya hemos visto que muchas grandes marcas están dando el salto. Y eso no es baladí. Como afirma Deloitte, el Metaverso puede significar una verdadera transformación de las compañías y de su manera de relacionarse con los consumidores. Todo ello acompañado por un salto exponencial en la generación de nuevos datos.
Eso sí, expertos de referencia como Enrique Dans creen que el metaverso no funcionará si está dominado por una sola compañía (y menos aún si es la compañía antes conocida como Facebook, dicho a la manera de Prince). El profesor de Innovación y Tecnología en IE Business School sentencia:
«En cualquier caso, un metaverso creado a partir de estándares abiertos, con múltiples compañías ofreciendo servicios y posibilidades en él, y con un desarrollo de software y hardware que permita la interacción de los usuarios, y en la que se aleje la idea de que una compañía me monitorice constantemente con la única intención de tratar de venderme cosas sí me puede llegar a parecer una posibilidad digna de ser explorada».
¿Cómo se venderá en el metaverso? He mostrado algunos indicios de por dónde van los tiros, con ejemplos reales. Pero necesitamos tiempo para descubrirlo. De momento, apenas se vende en el metaverso.
Lo que sí se está vendiendo, y muy bien, es la expectativa en sí misma del metaverso (el ‘hype’ antes mencionado). Algunos gigantes tecnológicos -en particular, uno muy concreto- nos intentan vender el Metaverso como el único futuro posible. ¿Realidad o ciencia-ficción? «Let’s wait and see» (vamos a esperar y ver).
Artículo publicado en Sintetia y reproducido con permiso expreso de su autor.