Jordi Tarragona es consejero de familias empresarias y abogado; profesor de Empresa Familiar en ADE Universitat Central de Catalunya y coautor del libro “Los Aristegui: una familia, una empresa”, publicado por Profit Editorial.
Cuando pregunto a las empresas familiares si tiene plan estratégico más de una vez la respuesta que recibo es negativa. Y es mentira, porque toda empresa tiene ‘per se’ un plan estratégico a largo plazo (aunque sea sólo sobrevivir), un motivo para alcanzarlo (que puede ser el futuro económico de la familia) y un plan de acción (que puede ser reaccionar improvisando).
A lo mejor lo han transmitido de forma oral, y tal vez informal, a sus continuadores
Lo que ocurre es que en muchos casos el plan no está explicitado, y en algunos además es inconsciente. En muchos casos los fundadores han llegado con éxito hasta donde lo han hecho sin plan estratégico exteriorizado. Lo han tenido en su cabeza. A lo mejor lo han transmitido de forma oral, y tal vez informal, a sus continuadores.
Cuando les planteo que lo pongan por escrito me suelo encontrar con excusas como que no hace falta, requiere tiempo que se ha de quitar de atender al negocio, aumenta el riesgo de fuga de información. Una objeción típica con la que me suelo encontrar con los que no lo tienen ni a escala consciente es la de que el futuro depende de muchas cosas imprevisibles que no podemos controlar.
Planificación del futuro teniendo en cuenta los diferentes escenarios alternativos de hechos externos
Una de las características de un buen empresario es la planificación del futuro teniendo en cuenta los diferentes escenarios alternativos de hechos externos que determinan las amenazas y oportunidades del futuro del negocio, los objetivos y planes de acción correspondientes en función de las propias fortalezas y debilidades en relación a la competencia, y los oportunos planes de contingencia.
A medida que la empresa crece hay más personas que han de tomar decisiones, aunque sean operativas. Tener un plan estratégico exteriorizado sirve de guía para la toma de estas decisiones y unificarlas. Hacer participar en su elaboración aumenta el grado de implicación, y permite tener en cuenta todos los puntos de vista e intereses.
Facilita su transmisión a los continuadores en un proceso de relevo tranquilo
Poner el plan por escrito ayuda a poderlo hacer mejor, ya que permite su revisión y seguimiento. Y también facilita su transmisión a los continuadores en un proceso de relevo tranquilo, y sobre todo “imprevisto”.