Planificar: el arte de que las cosas pasen

Pepe Cabello, coach deportivoPepe Cabello es empresario de vocación, formado en habilidades comerciales e interesado por la Inteligencia Emocional y la PNL, fundó Diamond Building, compañía que dirige y en la que ejerce como coach.

Me han preguntado muchas veces sobre la planificación y después de veinticinco años dedicado a asesorar empresas, siempre me encuentro con los mismos puntos a tratar. Planificar es simplemente tener un “cúmulo de acciones, perfectamente ordenadas en el espacio y en el tiempo, alineadas en pos de algo que aún no existe”. Si tengo en cuenta esta definición que me atrevo a hacer sobre la planificación, debemos analizar tres puntos súper importantes.

Primero, un lugar donde ir. Es increíble que para mucha gente planificar este asociado a organizar o agendar cosas y actividades. Nada mas lejos de la realidad. El primer principio de la planificación es la visión. Hacia dónde voy. Sin un lugar donde ir o algo que construir, no tiene ningún sentido hablar de planificación.

La visión debe ser clara, específica

El primer paso, y quizá el mas importante, es saber exactamente donde quiero estar o qué estamos queriendo crear. Esta visión debe ser clara, específica, tiene que “caber en mi cabeza” y debe generarme dos sensaciones: certeza de que la puedo lograr y la motivación suficiente como para desear moverme hacia ella.

A estas características hay que sumarle una más: ponerle una fecha de cumplimiento. Una visión sin fecha es como un compromiso de boda sin día cerrado… simplemente no va a ocurrir jamás. Hablaremos y hablaremos pero nunca pasará nada. Bueno si pasa algo, que terminaremos frustrados de tanto hablar de lo que nos gustaría que pasara pero que nunca pasa.

Nuestro cerebro no es funcional cuando no sabe adonde va. Es paradójico que muchas personas pasan más tiempo diciendo adonde no quieren ir, que declarando adonde sí desean llegar.

Se consuelan diciendo que a pesar de que nunca logran llegar a ningún lugar, al menos se divierten 

Imaginaos montaros en un taxi en Roma y decirle al conductor todos los lugares donde no queremos ir. ¿Suena loco verdad? Igual de loco que pasarse la vida diciendo todo lo que no queremos que nos pase o no deseamos lograr. Bueno, en el taxi de Roma, al menos nos entretenemos viendo la belleza de la ciudad, al igual que muchas personas o empresas, que se consuelan diciendo que a pesar de que nunca logran llegar a ningún lugar, al menos se divierten por el camino.

Lo de ponerle fecha es clave. Lo que no tiene fecha no sucede. Es otra de las “taras” de nuestro cerebro. Es funcional cuando le dices el día y la hora que tiene que ocurrir lo declarado.

¿Tenemos la visión y la fecha? Genial, pues ahora si puedo cerrar el plan de acción, que lo dividiremos en dos conceptos: planificar y programar.

Nunca sabremos si lo que estoy definiendo como plan de acción será correcto o no

Planificar es definir todas y cada una de las acciones que he de acometer para que eso ocurra. Claro que nunca sabremos si lo que estoy definiendo como plan de acción será correcto o no.

Dejadme deciros que resulta infinitamente más efectivo un mal plan ejecutado que un plan perfecto metido en un cajón de nuestro escritorio. Esas acciones deben ser constantes, es decir, aquello que mi gran maestro Jim Rohn decía de “disciplina constante”. Sé lo que tengo que hacer, lo hago… y no paro… esta es la clave, no parar.

Va a poner en riesgo nuestra estabilidad emocional

También debe ser coherente con nuestra esencia, con nuestros valores y principios. Tratar de ejecutar un plan de acción que esté en contra de nuestra identidad va a poner en riesgo nuestra estabilidad emocional, o el resultado  y finalmente vamos a desistir.

Por último, esas acciones deben estar enfocadas en la visión. Esto es fundamental: estar revisando constantemente que nuestras acciones no se desalinean de la visión. Debemos analizar cada acción y estar dispuestos a cambiar todo lo que nos aleje o no nos acerque a la visión. Ahora sí tiene sentido cada paso que demos.

Un viaje de mil kilómetros comienza con un solo paso

Pepe Cabello, coach deportivoHaciendo alusión a aquel viejo proverbio chino de que “un viaje de mil kilómetros comienza con un solo paso”, ahora ese paso sabemos hacia dónde nos lleva. Cuando ayudo a crear una planificación estratégica con una empresa o un emprendedor, siempre me gusta llevar este orden y recalcar la importancia de felicitarnos por cada paso dado.

Muchas personas tienden a lamentarse por la cantidad de pasos que les quedan por dar para lograr lo que quieren, sin darse cuenta que lo importante es que ya dieron uno… un solo paso, que por supuesto no garantiza haber llegado al destino, pero si garantiza que ya no estamos en mismo lugar.

 

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