Artículo publicado en VIA Empresa y reproducido con permiso expreso de su autor.
Xavier Marcet es consultor en estrategia e innovación y CEO de Lead To Change.
A veces parece que la gestión empresarial va por fiebres. Ahora la fiebre son las startups. No hay inversor un poco tocado y puesto que no piense en startups. No hay empresa con un modelo de innovación un poco maduro que no incorpore una lógica de relación con startups. No hay un ayuntamiento un poco grande que no ponga una aceleradora de startup. No hay políticas públicas de desarrollo económico que no piensen en las startups. Muchas universidades han incorporado la retórica emprendedora y hacen másteres y asignaturas sobre startups. En cualquier caso, hay consenso alrededor de que las startup son parte de la solución. Las startups no son todas las nuevas empresas: Si se calculan las empresas emergentes innovadoras o de base tecnológica, el 2021 se consideraba que en España había unas 23.000 startups. Este siempre es un número escurridizo; cuándo una startup deja de ser considerada empresa emergente y pasa a ser considerada empresa consolidada es siempre un territorio difuso.
Las cosas se mueven rápido en torno al emprendimiento
Barcelona ha sido una de las ciudades europeas que ha se ha convertido en un hub de referencia del emprendimiento. Las iniciativas tipo 4YFN o el Pier 01 de Barcerlona Tech son hitos importantes, pero también la tarea sostenida de hace muchos años de Barcelona Activa. Ahora el Ayuntamiento además crea un fondo de apoyo a otras fuentes de emprendimiento. El Consorci de la Zona Franca anuncia también nuevas iniciativas. Sectores como el de biosalud y el digital, ya reúnen anualmente un volumen de inversión respetable y que no para de crecer. Barcelona no es Silicon Valley, no es Boston, pero es una ciudad de gran atractivo emprendedor. Madrid ha avanzado ya a Barcelona en algunos indicadores respecto de las empresas emergentes, poca broma, y Málaga y Valencia tienen proyectos muy destacables. Vizcaya y Guipúzcoa tienen un régimen fiscal muy interesante para los inversores en startups y los mismos emprendedores. Las cosas se mueven rápido en torno al emprendimiento.
Empezamos a tener startups ganadoras en el ámbito internacional: los famosos unicornios, como Glovo, Idealista, Edreams Odigeo o Wallbox entre otros. Estamos lejos de ciudades cómo San Francisco o Boston, con más de 1.000 empresas de Venture Capital, pero cada día hay más dinero y más profesionales alrededor de la inversión en startups. En este panorama positivo, en el que no hace falta poner agua al vino, surgen, sin embargo, dos preguntas que no son menores.
¿Estamos ante una burbuja?
La primera, ¿tanto dinero esperando hacer crecer startups encuentra suficientes emprendedores para invertir? ¿Estamos ante una burbuja? Probablemente no. Es decir, no todavía. No es tan fácil encontrar startups interesantes, especialmente para las empresas consolidadas, para los fondos de capital riesgo especializados es otra cosa. Mi experiencia es que muchas empresas se muestran desengañadas al tener relación con una startup, y viceversa. Seguramente, todavía estamos aprendiendo. Pero que una empresa consolidada invierta en startups no resulta nada fácil. Aun así la relación entre una empresa y una emergente va mucho más allá de la inversión. Modelos como el «Client Venture», los acuerdos sobre tecnología, sobre talento, o sobre capacidades de management son vías muy interesantes. Lo que aprendí al Silicon Valley hace unos años es que invertir en una startup no es invertir en ideas, es invertir en personas que impulsan una nueva idea de empresa que está buscando un modelo de negocio.
La segunda, ¿las startups están siendo el motor económico del país? La respuesta es clara, no lo son. Pero al mismo tiempo afirmaremos con rotundidad que sin startups veríamos comprometido nuestro futuro. Pasa ahora, y ha pasado siempre. Necesitamos muchas más scale ups entre las startups que tenemos. Las sociedades que no tienen pulsión emprendedora, entran en decadencia. Europa va atrasada en emprendimiento, pero empieza a tener cosas interesantes, y además el modelo europeo no tiene que ser mimético a otros. En cualquier caso, estamos en fase de maduración. Tenemos ejemplos espectaculares como el proyecto Wayra de Telefónica, que es un proyecto para aplaudir. Pero no sabemos qué parte de los ingresos y beneficios de Telefónica vienen de la inversión, de la relación, del aprendizaje respecto de las empresas incubadas en Wayra. ¿Hay más ruido que trompos? Creo que una parte de la locura en startups pasará. Pero lo que no debería pasar nunca es perder la inversión en proyectos emprendedores e innovadores, sean startups, sean pymes, sean empresas grandes consolidadas. Los emprendedores, en todos sus formatos, son aquellos que toman la responsabilidad del futuro en sus manos de una forma radical.
Las emergentes ponen las oportunidades por delante de las capacidades
En el mundo de las startups no hay ni más ni menos papanatas que en el resto de la economía, pero hacer un esfuerzo para discernir el grano de la paja en este mundo ayudaría mucho. No es fácil, a veces la apariencia de diferencia entre un nuevo Bezos y una propuesta ocurrente es una línea muy fina. Quizás no tenemos bastantes startups que crezcan todo lo que necesitamos. Seguro que hay muchas iniciativas que, cuando hablan de las startups, hay más comedia que consistencia. Seguro que algunos emprendedores adoptan un cierto esnobismo importado. Seguro que hay muchas startups que piensan más en subvenciones que en clientes, igual que hacen algunas grandes empresas demasiado enganchadas al BOE. Pero, si sabemos poner las cosas en su lugar, nos daremos cuenta de que las startups a menudo son la franja empresarial más tangencial al futuro por una cosa muy sencilla: las emergentes ponen las oportunidades por delante de las capacidades, cosa que a las empresas consolidadas no les resulta nada fácil de hacer.
Hace un tiempo que ya hablamos de lo que ha supuesto la ‘innovation comedy’ dentro del mundo de la gestión de la innovación, y seguro que también hablaremos de un tipo de ‘entrepreneurship teather’ alrededor de las startups. Cuando llega la locura, hay de todo, ya lo sabemos. Pero con las correcciones de sentido común que hay que hacer, tanto la innovación como las startups continuarán siendo un elemento fundamental para definir nuestro futuro. Y habremos aprendido dónde hay autenticidad y compromiso, y dónde hay solo esnobismo y dónde hay autenticidad. En el mundo de las startups también rige la regla que dice que donde no hay autenticidad, emerge la mediocridad.
No sé si habrá tantas startups para tantos inversores y empresas que se quieren relacionar, pero cada día tendremos más criterio para reconocer los inversores y las startups que van de farol, de aquellos y de aquellas que están realmente orientadas a crear valor a través de la única misión que tiene una empresa: crear clientes (Drucker dixit).