No compre aquí, vendemos muy caro

Laureano Turienzo es presidente de la Asociación Española del RetailLaureano Turienzo es presidente de la Asociación Española del Retail.

Cuando era pequeño, mi madre me llevaba a una tienda del centro de Madrid a comprar zapatos. En la fachada había un cartel que ponía: «No compre aquí, vendemos muy caro«. Y sin embargo, aquella tienda estaba perpetuamente llena de gente. Incluso recuerdo que había colas para entrar.

Les estaban diciendo que no entraran a comprar y sin embargo la gente no dejaba de entrar

Por alguna razón he olvidado todas las tiendas de mi infancia, menos aquélla. Se trataba de una zapatería. Se llamaba Los Guerrilleros. Los niños suelen observar más de piel para dentro que de piel para fuera. Por eso no entendía aquel anuncio. Les estaban diciendo que no entraran a comprar y sin embargo la gente no dejaba de entrar. No entendía nada. Y además, dentro de la tienda, a mis ojos no había nada especial: muchos zapatos, uno encima de otro, dependientes sorteando a la gente, y carteles de precios por todos los lados.

No compre en esta tiendaNo sé por qué, nunca le pregunté a mi madre la razón por la cual entraba tanta gente en aquella tienda. Supongo que tenía miedo de que me tomara por tonto. Miedo de que todos me tomaran por tonto. Tampoco lo hablé nunca con mis amigos, ni con nadie. Había algo enigmático en aquello. Como una especie de secreto colectivo que yo no alcanzaba a entender.

La diferencia es que la gente pensaba que en aquella zapatería eran tan honestos que eran capaces de retarles

Aquel sitio era un sitio barato, pero había muchas tiendas baratas en mi ciudad. La diferencia es que la gente pensaba que en aquella zapatería eran tan honestos que eran capaces de retarles. Fueron pioneros y originales. Yo no soy un psicólogo social, ni un gurú del markéting, y seguramente me dirán que se trata de un caso obvio de psicología inversa: dígale que no haga algo para que precisamente lo haga. Pero en las tiendas de mi infancia jamás vi un cartel como aquél.

Crecí y supongo que un día comprendí por mí solo las razones por las cuales entraba tanta gente a aquella tienda. Entendí que había detrás de ese cartel. Se trataba de honestidad. Se trataba de sentido del humor. Se trataba de originalidad.

En muy pocas tengo esa sensación de que, por alguna razón, me acompañarán el resto de mi vida

retail y tiendas de calzadoHoy en día, por mi profesión de consultor y analista del retail, suelo visitar muchísimas tiendas de muchas ciudades y países. Como supondrán hay de todo, muchas que me gustan y muchas que no me gustan, pero en muy pocas, tengo esa sensación de que, por alguna razón, me acompañarán el resto de mi vida.

Yo tuve el defecto de crecer, y el destino quiso que mi vida tuviera que ver con el retail. Llegó internet, el euro, la economía colaborativa, las fabricas de zapatos en el sur de China, la bonanza y la crisis. Y un día, paseando por Madrid, sucedió que aquella tienda ya no estaba ahí. Me puse triste. Supongo que no tenían derecho a cerrar aquel extraño icono de mi infancia.

Un festival de precios menguantes

Hoy ando por las calles de cualquier ciudad y me paro en los escaparates de las tiendas. Veo un festival de precios menguantes, descuentos falsos o no tan verdaderos, En este calendario de 365 días de rebajas, en el festival del mensaje del precio, a uno le falta encontrarse con algo original. Algo que realmente sea tan sencillo y directo que nos habite para siempre.

Artículo publicado en Retail News Trends y reproducido con permiso expreso de su autor.

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