Artículo publicado en VIA Empresa y reproducido con permiso expreso de su autor.
Miguel Alba es responsable del informe «Esfuerzo Ambiental de las Grandes Empresas Españolas».
La emergencia climática es, junto al incremento de la desigualdad, uno de los principales retos a los que nos enfrentamos en la actualidad. Para hacer frente a este desafío, resulta imprescindible que exista una acción coordinada de todos los actores, tanto del ámbito público como del privado, y en ese sentido, las grandes empresas han de desempeñar un papel clave.
Ningún compromiso tiene valor si no se refleja en los hechos
Así parecen haberlo entendido muchas de ellas, a tenor de sus declaraciones en diversos foros, de la celebración de innumerables eventos de sostenibilidad y de la imagen que plasman en sus memorias anuales. Pero ningún compromiso tiene valor si no se refleja en los hechos y en la constatación de avances claros y contundentes.
Según el análisis que hemos llevado a cabo desde Oxfam Intermón sobre el esfuerzo de 50 grandes empresas españolas, los avances en descarbonización y en la lucha contra el cambio climático de este grupo de empresas distan mucho de resultar suficientes y de reflejar un compromiso ambicioso e inequívoco con la sostenibilidad.
A ese ritmo, no se alcanzaría la descarbonización completa de estas empresas hasta el año 2090
En el transcurso del 2022, el total de emisiones de estas empresas, incluyendo directas e indirectas, apenas se redujo un 4%, y esa reducción es aún menor en las emisiones directas, las derivadas de la propia actividad de la empresa, tan sólo un 1,5% menos con respecto a 2021. A ese ritmo, no se alcanzaría la descarbonización completa de estas empresas hasta el año 2090. Posiblemente sea muy tarde.
Cierto es que el esfuerzo en la reducción de emisiones depende mucho de la actividad de cada empresa, pero evidentemente también de la voluntariedad de cada una de ellas. No se puede comparar lo que emite una empresa del sector energético con una actividad que apenas libera CO2, como una empresa aseguradora. Por ejemplo, el Grupo Catalana Occidente redujo sus emisiones directas un 20% en 2022, casi lo mismo que Repsol con un 19%, pero así como la compañía de seguros emitió 492 toneladas de CO2, las emisiones directas de la petrolera fueron de 15,7 millones de toneladas. En cambio sí podemos comparar a Repsol con Naturgy, cuyas emisiones directas son similares, 14,7 millones de toneladas, pero aumentaron un 14% en el mismo año, así que las emisiones que se reducen por un lado, se aumentan por otro. Y el aire al que van es el mismo.
Apenas el 12% del negocio de las empresas analizadas contribuye de forma significativa a la lucha contra el cambio climático
Otro ámbito de acción climática de las empresas es el esfuerzo que realizan por alinear su actividad con la mitigación y adaptación al cambio climático. Tampoco aquí verificamos un grado de avance suficiente. Apenas el 12% del negocio de las empresas analizadas contribuye de forma significativa a la lucha contra el cambio climático, según se define en la taxonomía ambiental de la UE. Y apenas la cuarta parte de este grupo de empresas hace un esfuerzo relevante por alinear su actividad con la lucha contra el cambio climático.
Lo mismo que en el caso de las emisiones, el esfuerzo de adaptación al cambio climático de una empresa depende mucho de la actividad que desarrolle. Para una empresa de energías renovables como Siemens Gamesa la mitigación y adaptación al cambio climático forma parte de su modelo de negocio, mientras que la farmacéutica Grifols no cuenta con margen según la taxonomía europea para resultar más sostenible desde el punto de vista climático. En cambio en mayor o menor medida cualquier empresa puede invertir para transitar hacia modelos de negocios más sostenibles y con mayor alineación con la lucha contra el cambio climático. Así, en el grupo de 50 empresas analizado, si bien tan sólo el 12% de su negocio actual contribuye a la mitigación y adaptación al cambio climático, el 33% de su inversión se destina a transitar hacia actividades sostenibles desde el punto de vista climático. Sin duda, es un progreso, pero aún hay que dilucidar si resulta suficiente.
11 empresas que parecen que la transición de su modelo de negocio va en sentido contrario
Lo más llamativo es constatar que, si bien hay empresas como Endesa que pasan de que apenas el 11% de su negocio sea sostenible a dirigir el 76% de su inversión hacia la sostenibilidad o Naturgy, que pasa del 7% al 59%, otras actúan en sentido contrario, sorprendentemente. Es el caso de 11 empresas que parece que la transición de su modelo de negocio va en sentido contrario, en una menor alineación con la mitigación y adaptación al cambio climático, como Sacyr Vallehermoso que pasa de tener el 37% de negocio sostenible a dedicar tan sólo el 9% de su inversión hacia la sostenibilidad, o Ferrovial, con un 25% de su negocio actual sostenible ambientalmente a destinar apenas el 8% de su inversión alineada con la lucha contra el cambio climático.
En definitiva, el esfuerzo climático de las grandes empresas españolas resulta en conjunto bastante errático y claramente insuficiente. Sí hay empresas cuyo compromiso ambiental se traduce en avances claros y tangibles en la descarbonización de su actividad y la lucha contra el cambio climático, pero conforman una escasa minoría. En la mayoría de ellas se evidencia la falta de un compromiso real: tanto la reducción de emisiones como la transición a modelos de negocio sostenibles avanzan a un ritmo excesivamente lento para dar respuesta a la emergencia actual.
Es cada vez más urgente que las grandes empresas reduzcan efectivamente sus emisiones
Combatir la crisis climática requiere de esfuerzos claros, ambiciosos y constantes por parte de todos los agentes públicos y privados. Por ello, es cada vez más urgente que las grandes empresas reduzcan efectivamente sus emisiones y abandonen un modelo empresarial que causa graves impactos en el planeta y que arrastra importantes costes sociales.