Un estudio de la Asociación Americana de Cardiología ha llegado a la conclusión que la actividad física moderada arroja mayores beneficios que el ejercicio intenso. La mortalidad se redujo en un 31% en las personas que realizaron ejercicio moderado, frente al 23% de las del intenso.
Recomendable realizar 150 minutos semanales de actividad aeróbica
La entidad recomienda llevar a cabo al menos 150 minutos semanales de actividad aeróbica o 75 minutos de ejercicio más intenso. La combinación entre ambos niveles lleva a mejores resultados en los indicadores.
El investigador Dong Hoon Lee explica que «el impacto potencial es grande, pero no está claro si hacerlo por encima de los niveles recomendados proporciona beneficios adicionales o complicaciones extra en las condiciones cardiovasculares».
Registros médicos archivados de más de 100.000 individuos adultos
Más rotundo, sin embargo, se muestra el Hospital Clínic de Barcelona tras realizar un estudio sobre la relación entre ejercicio y enfermedades coronarias. El informe concluye que
la actividad física de alta intensidad favorece la aparición de patologías coronarias, es decir, alteraciones en las arterias que suministran sangre, oxígeno y nutrientes en el corazón.
«La prevalencia de las enfermedades aumenta en personas que corren maratones o practican deportes extremos»
El trabajo se llevó a cabo en un modelo animal para poder controlar de forma precisa la intensidad del ejercicio durante largos períodos de tiempo. Las ratas macho utilizadas en los experimentos se dividieron en tres grupos. El primero siguió un régimen de ejercicio moderado, que reproducía un estilo de vida activo, mientras que el segundo se sometió a una rutina de muy alta intensidad, similar a la de los deportistas extremos. Finalmente, el tercer grupo de animales, el sedentario, permaneció en las jaulas.
Análisis de la rigidez y la estructura de la arteria aorta
El investigador señala que «el entrenamiento, con una cinta de correr para roedores, duró 16 semanas, equivalente, de forma muy orientativa, a unos 10-12 años de ejercicio en humanos. Transcurrido este tiempo, analizamos la rigidez y la estructura de la arteria aorta, así como su función endotelial. Este último parámetro es
un marcador precoz de aterosclerosis, o endurecimiento de las arterias, la principal causa de infartos de miocardio».
De acuerdo con los resultados, en comparación con un estilo de vida sedentario, el ejercicio físico de elevada intensidad dilata e incrementa la rigidez de las arterias aórtica y carótida. Asimismo, aumenta la rigidez de las células y favorece la rotura de las láminas elásticas de las paredes de los vasos sanguíneos.
«Tanto el ejercicio intenso como el moderado mejoran la función endotelial»
Guasch añade que «estos efectos, sin embargo, no se observan en el caso del ejercicio moderado. En cambio, tanto el ejercicio intenso como el moderado mejoran la función endotelial, aunque la intensa actividad parece alterar el equilibrio entre los procesos de dilatación y contracción de los vasos sanguíneos».