Exploradores corporativos

Artículo publicado en VIA Empresa y reproducido con permiso expreso de su autor.

Jordi Díaz es decano de Eada Business SchoolJordi Díaz es decano de Eada Business School.

La disrupción está en la realidad y afecta, en alguna medida, en todos los sectores empresariales. Los equipos directivos que se nieguen a asumirla corren el riesgo de ser engullidos ante un fenómeno que cambia el tablero y las reglas del juego, basado en unas propuestas de valor obsesionadas con el cliente. Esos disruptores no tienen legado y esa es precisamente su gran fuerza: el temido «siempre lo hemos hecho así» no existe allí. No permiten zona de confort en la que refugiarse. Ante tal escenario ¿es posible defenderse o incluso contraatacar desde una organización establecida? Como casi todo en la vida, depende.  Vayamos por partes.

Si nos quedamos en el origen de la teoría de la innovación disruptiva, los «disruptores» –aparentemente– siempre ganan

La historia de la empresa establecida versus startup disruptiva se ha convertido en debate recurrente en cualquier entorno de reflexión empresarial. Si nos quedamos en el origen de la teoría de la innovación disruptiva, los «disruptores» –aparentemente– siempre ganan. El tiempo nos ha ayudado a entender que las organizaciones consolidadas deciden ignorar esas alternativas ‘off radar’ que venían a proponer estos supuestos atacantes. Por tanto, es éste un escenario ‘win-win’, como dirían los expertos en negociación, en el que las organizaciones establecidas se quedan con su mercado de valor mientras que los transgresores sirven a segmentos desatendidos con propuestas más accesibles. Eso ya queda para la historia.

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