Jordi Tarragona es consejero de familias empresarias y abogado; profesor de Empresa Familiar en ADE Universitat Central de Catalunya y coautor del libro “Los Aristegui: una familia, una empresa”, publicado por Profit Editorial.
“Empresas con alma” ha sido el ‘leitmotiv’ de la XXI Jornada de Comertia, la Asociación Catalana de Empresas Familiares de Retail, que agrupa a 58 empresas con una facturación agregada de más de cuatro mil millones de euros. Ha habido tres ponentes, no políticos, externos: Alfons Cornella (consultor), Ona Carbonell (medallista olímpica) y Mariano Alonso Puig (conferenciante); y tres internos: David Sánchez (Dormity), Anna Sorli (Sorli) i Joan Font (Bonpreu). Estas son mis notas y reflexiones de la jornada, confiando en que sean de interés.
El comercio físico determina el modelo de ciudad
El escenario macroeconómico para el 2024 es positivo, aunque menos que el del 23. La nueva ley de comercio y equipamientos comerciales de la Generalitat de Catalunya va a tratar de equiparar la competencia entre online y físico, al igual que la tasa “Amazon” del Ayuntamiento de Barcelona. El comercio físico determina el modelo de ciudad; es importante que el capital y el centro de decisión sean del territorio.
La administración ha de entender a los empresarios (no somos delincuentes potenciales), ha de ganar agilidad (una licencia no puede tardar hasta diez años) y establecer una fiscalidad con visión de futuro (no hay que matar a la gallina de los huevos de oro).
Hay que experimentar; también en las empresas tradicionales
Es hora de atreverse a ser revolucionarios: explorar más allá del negocio actual, detectar anomalías en el mercado, usar sensores para detectar oportunidades, mezclar creatividad y analítica. Hay que experimentar; también en las empresas tradicionales. Para ello es esencial el tipo de personas que forman los equipos y su implicación (hay que hacerles sentir lo importantes que son); y considerar una queja como un regalo.
El éxito es cuestión de mentalidad. No hay días de fiesta para quien quiere ser el mejor. No hay certidumbre, el fracaso es el camino del éxito. “Los buenos se quejan, los mejores se adaptan”. Hay que convertir las adversidades en fortalezas. Hay que compartir los errores; la diferencia entre un error y un fracaso es el aprendizaje. La persona más influyente es uno mismo.
“Cuando alguien se compromete de verdad la providencia también lo hace”
El alma se demuestra con los hechos. Es la ilusión compartida, el enamoramiento por el proyecto, los valores que identifican a la empresa y que son compartidos por su equipo. “Lo esencial es invisible a los ojos” (Antoine de Saint-Exupéry). “Cuando alguien se compromete de verdad la providencia también lo hace” (Goethe). La actitud y los valores son lo que curva la realidad.
Yo añadiría que las familias propietarias son el alma de las empresas familiares; las que transmiten de generación en generación los valores de los fundadores, empezando por el emprendimiento, el respeto a las personas y el retorno a la sociedad.