Jordi Tarragona es consejero de familias empresarias y abogado; profesor de Empresa Familiar en ADE Universitat Central de Catalunya y coautor del libro “Los Aristegui: una familia, una empresa”, publicado por Profit Editorial.
El suplemento anual de la revista The Economist reflexiona cada año sobre el que inicia. Los resúmenes de sus 146 páginas pueden ser tan variados como sus autores.
Estamos en una “permacrisis”: largo periodo de inestabilidad e inseguridad. Ha finalizado la estabilidad y predictibilidad en geopolítica y economía. Hay una gran rivalidad entre poderes, clima extremo y rápido cambio social y tecnológico. Después de dos años de pandemia el principal motor actual es la guerra de Ucrania. Los precios de la energía, la inflación, los tipos de interés, el crecimiento económico, la escasez alimentaria dependerán de cómo evolucione el conflicto. Ni Rusia ni Ucrania están aún listas para dejar las armas. Putin alargará el conflicto con la esperanza de que la escasez energética mine el soporte occidental a Ucrania. El invierno del 23 puede ser duro, pero más lo puede ser el del 24. Europa necesitará rellenar sus depósitos de gas sin suministro ruso. Algo debe cambiar en Moscú para que la paz sea posible. Cualquier solución se parecerá más a un frágil alto el fuego que a un acuerdo de paz. A medio plazo la guerra acelerará el tránsito hacia las energías renovables. La importancia de Ucrania como exportador agrícola significa que la guerra ocasionara una hambruna global. La guerra de Ucrania mengua la influencia de Rusia en Oriente Medio. Internet, los láseres, el GPS son fruto de la investigación militar. La guerra de Ucrania puede traer avances en la fabricación in-situ mediante biotecnología, el transporte hipersónico o la computación cuántica.
La idea de un mercado energético global con tasa de CO2 y paneles solares está muerta
Habrá inestabilidad energética; los altos precios de la energía continuarán golpeando a empresas y particulares. A los posibles problemas de suministro se une la escasez de capacidad de refino y de inversión en nuevas explotaciones. La idea de un mercado energético global con tasa de CO2 y paneles solares está muerta. Estados Unidos duda entre ser el principal proveedor de Europa y limitar sus exportaciones para mantener los precios interiores bajos. Los nuevos proyectos gasísticos pueden tener una vida corta por la regulación, a menos que se adapten a nuevas tecnologías como la del hidrógeno verde. Las inversiones en renovables continúan siendo demasiado bajas. En respuesta al shock energético se puede dar prioridad a la seguridad en el suministro frente a la no contaminación. Las placas solares de particulares y negocios, coordinadas online, pueden funcionar como una planta de energía virtual. El hidrógeno ha dado con anterioridad falsas esperanzas. Pero ahora se espera que será diferente, ayudando a reducir las emisiones de CO2 y la dependencia del gas.
La hambruna, causada por los conflictos y el cambio climático, será más un problema de existencias que de precios. Sus consecuencias serán un aumento de las enfermedades, la obesidad (por peor alimentación) y el menor desarrollo cerebral en los niños. La explotación de las reservas de gas natural (13% de las mundiales, 40% de las descubiertas en la última década) podría ayudar a África (el segundo mayor y más poblado continente) a combatir la hambruna. Egipto y Sudán importan la mitad de sus alimentos. Los costes de los fertilizantes se han disparado, millones de granjeros simplemente los han eliminado; los efectos se verán en 2023.
El PIB mundial crecerá entre un 1,5% y un 3% (frente al 2,8% del 2022) según el 62% de las predicciones, y la inflación estará alrededor del 6%. El PIB caerá un 0,1% en España, con una inflación del 4,5% y un déficit público del 4,8%.
Aumentará el proteccionismo
La inflación ha pasado de ser considerada temporal a persistente problema de doble dígito. Los bancos centrales han realizado el más rápido y amplio incremento de tipos en las últimas cuatro décadas. La mayoría de les economías entrarán en recesión a medida que los bancos centrales aumenten los tipos de interés, para reducir la inflación. En Europa será más dura; y se globalizará a medida que un dólar fuerte golpee a los países del tercer mundo, actualmente ya superados por los precios de los alimentos. Un dólar fuerte exporta inflación a los países emergentes y les dificulta cumplir con su deuda. En consecuencia, los riesgos políticos aumentarán. Aumentará el proteccionismo, con la intención de mantener la industria y el empleo en casa. Con el riesgo de suministro alimentario, algunos países pueden poner barreras a la exportación, creando aumento de precios.
La última estanflación apareció en los 70s, cuando la mayoría de los responsables actuales no habían dado ni los primeros pasos. ¿Cómo responderán? Las empresas se verán obligadas a reducir inventarios y cuentas a cobrar. Los consumidores comprarán menos. Será difícil repercutir a los consumidores los aumentos de costes. Las empresas mejor posicionadas serán aquellas que tienen demanda fuerte (Nestlé) o marca valiosa (Coca-Cola). Algunas empresas aplicarán el encogimiento (reducir tamaño del producto manteniendo el precio), otras tratarán de ganar eficiencias. Tal vez los mayores intentos de controlar costes se referirán a los salarios. Algunos directivos serán despedidos por los inversores descontentos.
La mayoría de los países controlaran la inflación, pero no sin dolor
Hasta la pandemia en muchos países los problemas macroeconómicos eran de bajo crecimiento e inflación. En 2023 la mayoría de los países controlaran la inflación, pero no sin dolor. Las causas de la actual inflación son múltiples: la política monetaria pandémica para mantener el consumo, la reducción de capacidad productiva y portuaria por problemas de suministro a causa de la Covid y el clima, y las consecuencias energéticas de la guerra de Ucrania. Cuando en 1982 las autoridades monetarias decidieron acabar con la década de alta inflación triunfaron, pero creando una gran recesión que fue muy dura para mucha gente.
El aumento de los tipos de interés es una mala noticia para los vendedores de bienes duraderos, Pero puede ser una buena para los que tienen ahorros.
La profundidad de la recesión y la duración de la guerra son difíciles de predecir, pero parece probable que las variaciones de precios imprevistas continuarán.
“Cuando dos elefantes luchan, la hierba sufre”. Una Rusia derrotada puede ser impredecible. Kazakstán tiene una pavorosa similitud a Ucrania, como no puede tener apoyo occidental se aproximará a China. Ningún país que haya estado en la órbita soviética está a salvo. La humillación de Putin en Ucrania hará pensárselo dos veces a los autócratas que quieran iniciar guerras de conquista.
El poder americano está cambiando
Rusia es una amenaza constante, pero la mayor es China; el único país con la intención y el poder para cambiar el orden mundial. El poder americano está cambiando. La economía americana entra en 2023 con mejor forma que la china y europea. Su problema puede ser la esclerosis gubernativa y legislativa. Si Donald Trump formaliza su candidatura a las elecciones de 2024 será como echar gasolina al fuego. Las alianzas geopolíticas (Otan, Quad, Aukus, I2U2) están respondiendo, pero la mayoría de la población mundial vive en países que no apoyan las sanciones a Rusia. EEUU necesitará más ayuda de sus aliados para mantener su liderazgo en el orden global.
China lleva décadas haciendo predicciones sobre su futuro. Su ascenso alarma a muchos países occidentales. Quiere redefinir el orden mundial de una forma que puede ser del agrado de los autócratas. Presenta el modelo autoritario chino como una alternativa plausible a Occidente. Y Xi Jinping tiene a su disposición más recursos que ningún otro déspota en la historia. Algunas proyecciones indican que a mediados de la próxima década será la mayor economía mundial, pero en 1961 Nikita Khruschev dijo que “la Unión Soviética finalizará la construcción de comunismo en los 80s, dando a sus ciudadanos unos estándares de vida que sobrepasarán a los americanos”. Hay nubarrones sobre China, sus problemas domésticos están aumentando. Tiene que hacer frente a los costes de la pandemia, a la guerra tecnológica con Estados Unidos, a la crisis inmobiliaria, a la caída demográfica (10% en 2030, 30% en 2050), a las disputas fronterizas con la India, y a la crisis de cobro de sus créditos para inversiones en infraestructuras de países del Tercer Mundo.
El mayor control estatal de la economía disminuye la innovación y mina el dinamismo del sector privado
La política de cero Covid ha salvado muchas vidas, pero ha asfixiado la economía y frustrado a la población. Su sistema sanitario es débil y puede acabar en cientos de miles de fallecidos. El crecimiento ha sido menor del esperado y los jóvenes están empezando a tener problemas para encontrar empleo. El mayor control estatal de la economía disminuye la innovación y mina el dinamismo del sector privado. El número de jubilados crece más que el de nuevos empleos. Las inversiones se están redirigiendo a otros países asiáticos con menor riesgo de cierres y control gubernamental sobre los negocios. Algunos expertos afirman que ha llegado al punto álgido de su poder, pero una China débil, estrangulada económicamente por América puede volverse peligrosa.
La guerra por Taiwán es más probable, China a lo mejor aprovecha la guerra de Ucrania para mover pieza, y de paso tapar los problemas internos. Ningún líder desde Mao ha dado más importancia a la unificación que Xi Jinping. Pero Taiwán hoy es una vibrante democracia, con un PIB por habitante casi tres veces mayor que el continental, poco propensa a la dictadura de Pekín. Los aliados verán cualquier conflicto como un test de la resolución de Estados Unidos para mantener el orden en Asia-Pacífico. China tiene más barcos de guerra que los EEUU, pero la guerra de Ucrania puede afectar a sus cálculos. EEUU espera que Taiwán demuestre mayor deseo de defenderse (acaba de ampliar el servicio militar de cuatro a doce meses).
China tiene una economía seis veces mayor que India, pero ésta la sobrepasará en población este año y en 2100 la doblará, lo que la ayudará a alcanzarla. Un súperpoder está emergiendo en la puerta trasera de China.
China continuará presionando a su industria tecnológica para que se focalice menos en los consumidores y más en la investigación profunda
La guerra tecnológica entre EEUU y China justo acaba de empezar. Biden ha aumentado las restricciones, cortando el acceso a componentes esenciales para desarrollar la inteligencia artificial y a los productos de doble uso. Puede prohibir que compañías como TikTok, controlada por el gobierno chino, recopilen datos sobre usuarios americanos. Si la tensión con Taiwán aumenta también lo harán las restricciones. Pero China continuará presionando a su industria tecnológica para que se focalice menos en los consumidores y más en la investigación profunda, con objeto de alcanzar la autosuficiencia tecnológica. En respuesta a la Covid, China ha construido el mayor sistema de vigilancia de la historia.
La Covid infectará a más gente, pero la tasa de mortalidad bajará del doble de la gripe. China puede abandonar su política de Covid cero, disparando los contagios y fallecimientos. La ralentización económica y el aumento de costes puede llevar a los gobiernos a reducir la inversión en sanidad. Las nuevas variantes de covid (dos por año) pueden ser más contagiosas o severas, pero su mortalidad actual se aproxima a la de la gripe. El problema es que afecta al 50% de la población en lugar de al 10%. Todo dependerá del comportamiento de las personas (mascarillas, test). Las nuevas vacunas pueden ser de inspiración nasal.
Continuará…