La tradición zapatera mallorquina propició que, tras la guerra civil, Antonio Bestard Bestard fundara una compañía en Lloseta orientada a la fabricación de calzado tradicional. Desde entonces, han pasado tres cuartos de siglo, en los que la empresa ha ido evolucionando y orientándose hacia la producción de calzado para las distintas actividades de outdoor. Al frente de ella se ha situado, en los últimos años, Antonio Bestard Comas, segunda generación de esta empresa que mantiene su carácter familiar, que conserva lo mejor de la fabricación artesanal y que implementa las innovaciones tecnológicas que permiten mejorar, día a día, su calzado. La orientación al producto, en palabras del propietario de la compañía, constituye una de las claves del éxito de esta firma que, 75 años después de su fundación, goza del reconocimiento del mercado; no sólo del nacional, sino también del internacional, como lo prueba su presencia en unos 35 países.
¿Qué supone para Bestard alcanzar 75 años de historia?
Supone un gran orgullo y satisfacción para nuestra familia ver que una empresa que fundó mi padre con algunos trabajadores y familiares, hoy se ha consolidado en una empresa después de 75 años, que ha ido superando y adaptándose a muchas crisis del sector cal zado, superando la mayoría de obstáculos… y no tener que interrumpir su actividad durante todo este largo periodo de tiempo.
¿Cómo nació Bestard?
La fundó en 1940 mi padre. Siendo zapatero de profesión, decidió independizarse y montar su propio taller. Empezó fabricando de manera artesanal y manual zapatos de caballero.
“Un buen obrero, asumiendo todas las fases de fabricación del principio al final, conseguía hacer un par de zapatos al día”
¿Dónde centraba inicialmente su actividad la compañía y cómo se desarrolló su primer año?
El taller estaba en Lloseta y me contaba mi padre que todo el calzado se hacía a mano. Como anécdota, decir que un buen obrero, haciendo todas las fases de fabricación del principio al final, conseguía hacer un par de zapatos al día, ya que todos los elementos del calzado iban cosidos a mano.
¿Cuáles han sido las claves de su crecimiento a lo largo de estos 3 cuartos de siglo?
Siempre hemos sido una empresa enfocada al producto. En nuestro trabajo diario procuramos combinar nuestra larga experiencia en la fabricación de calzado, junto con un desarrollo técnico continuo en diseños, materiales y manteniendo una estrecha colaboración con un grupo de proveedores altamente especializados, como son W.L. Gore, Vibram, Dupont, Schoeller, Perwanger…
¿Cuáles recuerda como los momentos más relevantes en la historia de la compañía?
Hay que diferenciar dos fases dentro de la empresa: hasta los años 70, la gestión de la empresa iba a cargo de mi padre; a partir de los 70, mi hermano Pedro, mi hermana María y yo, por circunstancias familiares, nos hicimos cargo de la gestión de la empresa. Fue entonces cuando tomamos la decisión de cambiar el tipo de producto y de clientes por los que tenemos actualmente. Un factor muy importante fue el acuerdo de licencia con la marca Gore-Tex, que nos ha permitido ir desarrollando productos innovadores en cooperación con ellos a lo largo de estos años.